El bienestar de toda una comunidad depende de la capacidad de saber unirse y apoyarse los unos a los otros, de tener conciencia del placer que se puede hallar en la vida social y de comprender la necesidad de unir los esfuerzos (Kropotkin, 1970).

Nos encontramos ante un nuevo y creciente peso de las ciudades en el mundo y ante la revolución de los barrios (Harvey, 2017) como espacios privilegiados para organizar de forma transversal a personas y colectivos afectados por diversas contradicciones y conflictos, buscando respuestas en la cotidianidad de un territorio compartido. La creciente heterogeneidad social y urbana también ha evidenciado la falta de adecuación de las políticas públicas y la necesidad de soberanías de proximidad (Subirats, 2016). De ahí la pertinencia de activar nuevos espacios públicos germinadores y difusores de vida colectiva ante el descuido, la expulsión y la hipertrofia de la ciudad oficial (De Solà-Morales, 2008); de crear espacios democráticos para que los extraños interactúen e inviten al compromiso y la identificación (Sennett, 2012). Por eso el nuevo urbanismo necesitará de más conocimientos, más experiencias y más democracia (Ascher, 2004); reconstruir espacios donde volver a vincularse con otras personas compartiendo experiencias, deseos, recursos y necesidades; espacios menos institucionalizados que favorezcan el contacto entre desconocidos.

La ciudad, como cristalización de relaciones y acciones, es un espacio cívico, es organización social, es el lugar principal donde se dará la vida. Y será también allí donde se concentre la mayor parte de la acción política venidera. El urbanismo se convertirá en una ciencia de gran importancia y la infraestructura digital ayudará a hacer la ciudad un lugar de encuentros, de intercambios y de vida (Attali, 2007). La multiplicación de unidades locales de comportamiento inteligente y cooperativo será un paso necesario hacia la integración urbana (Alexander, 1976).

Tenemos muchos ejemplos de arquitecturas relacionales surgidas a lo largo de la historia que muestran el gran valor y la necesidad de espacios sociales que atenúen las desigualdades (Secchi, 2015) –uno de los principales retos urbanos del futuro- desde la cooperación y el fortalecimiento de las redes locales, y también globales, de intercambio cotidiano (Addams, 2013). Desde las casas de acogida y casas del pueblo a algunas cafeterías, pubs o bares de tapas (Cabrera, 2012); estos espacios han servido en determinadas ocasiones para, de una manera informal –que no desorganizada-, dar soporte continuo al espacio colectivo, y propagar una atractiva urbanidad, diversidad y vitalidad de barrios y ciudades.

Considero muy pertinente seguir insistiendo en la importancia del mantenimiento y apoyo a la existencia de espacios de aparición (Arendt, 2011), espacios sociales referenciales, abiertos y flexibles, que afirmen diferencias y afectos colectivos, consolidando redes de relación y construyendo comunidad. En este sentido creo que la cultura y el arte son fundamentales, ya que crean nuevas relaciones con el mundo, recreando mundos nuevos. Y ello significa dar protagonismo inevitable al juego, a la experimentación, al cambio, al conflicto. Hemos aprendido que un ambiente rígido en su forma y estático en su programa está condenado en el tiempo a desaparecer (Sennett, 2012), al no permitir que evolucione y tenga efectos sociales positivos duraderos.

Si como dice Attali, el principal bien esencial en el futuro será el acceso a pasarlo bien, a disfrutar viviendo no el espectáculo de la vida de los demás, sino la realidad de la vida propia, deberemos empezar cuanto antes a proyectar y practicar juntos las diferentes formas de convivir y mejorar nuestro entorno. Comencemos.


Referencias

Addams, J., Lima Fernández, A. I., Verde Diego, C., & Olea Fernández, A. (2013). Hull house: El valor de un centro social. Madrid: Paraninfo.

Alexander, Chr. et alt. (1975): The Oregon Experiment. California: The center for enviromental structure, Berkeley. (1976) Urbanismo y Participación. El caso de la Universidad de Oregón. Barcelona: GG.

Arendt, H., & Cruz Rodríguez, M. (2011). La condición humana. Barcelona etc.: Paidós.

de Solà-Morales i Rubió, Manuel, Frampton, K., & Ibelings, H. (2008). De cosas urbanas. Barcelona: Gustavo Gili.

Ascher, F., & Hernández Díaz, M. (2004). Los nuevos principios del urbanismo: El fin de las ciudades no está a la orden del día. Madrid: Alianza Editorial.

Attali, J. (2007). Breve historia del futuro. Barcelona: Paidós Ibérica.

Cabrera-Manzano, D. (2012). “Atractiva urbanidad. Deseo y necesidad de compartir”, en Gómez-Ordóñez, J.L (Coord.) (2014): La ciudad cercana: barrios y equipamientos. Taller de planes y proyectos. Máster de Urbanismo. Universidad de Granada: 36-40, Laboratorio de Urbanismo y Ordenación del Territorio y Auguria Taller de Urbanismo, Granada. <http://digibug.ugr.es/handle/10481/33498#.V_bWkqMrz5U>

Harvey, D., & Madariaga, J. M. (2017). Ciudades rebeldes: Del derecho de la ciudad a la revolución urbana(3 reimp ed.). Tres Cantos, Madrid: Akal.

Kropotkin, P. A., & Orsetti, L. (1970). El apoyo mutuo: Un factor de la evolución. Vizcaya: Zero.

Lefebvre, H., Martínez Lorea, I., & Delgado, M. (2017). El derecho a la ciudad. Madrid: Capitán Swing.

Pascual Esteve, J. M., & Subirats, J. (2016). Las ciudades ante el cambio de era: La nueva gobernanza urbana: Actores e instrumentos. Barcelona: Hacer.

Secchi, B. (2015). La ciudad de los ricos y la ciudad de los pobres. Madrid: Los Libros de la Catarata.

Sennett, R., & Galmarini, M. A. (2012). Juntos :Rituales, placeres y políticas de cooperación. Barcelona: Anagrama.

Subirats, J. (2016). El poder de lo próximo :Las virtudes del municipalismo. Madrid: Los libros de la Catarata.